La felicidad

 

            Inicio una nueva reflexión, una nueva psicosophia, con el tema, quizá, más importante del ser humano, el tema que todos quisiéramos saber resolver, la felicidad.

            Además de preguntarme acerca de la felicidad, lo que me hace más o menos feliz, me he estado preguntando, ¿qué podría hacer yo hoy ante vosotros para haceros un poco felices? ¿No seguir pensando? Me gustaría colaborar en vuestra felicidad. Para ello, podría hacer diversas actividades, desde contar chistes graciosos, (algo que no se me da demasiado bien). Tal vez cantarles o bailar sobre la mesa, en fin, no sé.

            Tengo y quiero hacerles felices por medio de lo que voy a decirles, y eso es más difícil todavía. Sea como sea, allá voy con estos nuevos pensamientos. Espero que os agraden y os ayuden. Que os haga un poco felices, o al menos, no muy desdichados.

            El tema de la felicidad, como la mayoría de los temas humanos, puede ser enfocado desde muy diversas perspectivas y desde diferentes áreas de aproximación. Las ciencias en general, la psicología, la religión, la poesía o la música. Cada una de ellas muestra caminos propios para acceder a la felicidad.

            Si la felicidad tiene que ver con la alegría, voy a referirles unos pensamientos del filósofo norteamericano de origen libanés, Khalil Gibrán:

            “Cuando nació mi alegría, la alcé en brazos y subí con ella a la azotea de mi casa, a gritar:
            - ¡Venid, vecinos! ¡Venid a ver! Porque hoy ha nacido mi Alegría, venid a contemplar este ser placentero que ríe bajo el sol.

            Pero qué grande fue mi sorpresa. Ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.

            Y todos los días, durante siete horas, proclamé el advenimiento de mi Alegría desde la azotea de mi casa, pero nadie quiso escucharme. Y mi Alegría y yo estábamos solos, sin nadie que viniera a visitarnos.

            Luego, mi Alegría palideció y enfermó de hastío, pues solo yo gozaba de su hermosura, y solo mis labios besaban sus labios.

            Luego, mi Alegría murió de soledad y aislamiento.

            Y ahora solo recuerdo a mi muerta Alegría al recordar a mi muerta Tristeza.

            Pero el recuerdo es una hoja de otoño que susurra un instante en el viento, y luego no vuelve a oírse más.

            El enfoque que les presento hoy lo quiero hacer desde la filosofía, y aún desde la propia filosofía podemos encontrar más de un camino a seguir.

            Y voy a tratar la felicidad desde la filosofía, no solamente porque sea mi área más propia de acercamiento, sino para respetar las otras áreas de aproximación.

            Mi manera de ver las cosas ya la conocen ustedes. La filosofía significa amor al saber, querer saber. Y solamente quiere saber no el que no sabe, sino el que sabe, el que se ha dado cuenta, de que no sabe. Dice alguien que

            “los sabios buscan la sabiduría, los necios piensan ya haberla encontrado”

            Yo diría más, los sabios, los sofos, no son los filo sofos. Los sofos, sabios, creen que saben; los filo sofos son  los aspirantes a saber, porque saben que no saben.

            Éste sería mi primer punto de partida. El segundo es que todos, lo queramos o no somos o podemos ser filósofos.

            Y estas son las primeras disposiciones para acercarnos a la felicidad. No solo a  tratar de comprenderla, sino para conseguirla. En palabras que el filósofo Khalil Gibrán refiere para otro tema, me atrevo a subrayar:

            ¡Qué puedo decirles! La felicidad tiene su propio lenguaje; un lenguaje celestial, al igual que la belleza o el amor. Un lenguaje más misterioso que las voces de las lenguas o de los labios. Un lenguaje atemporal, común a toda la humanidad, un tranquilo lago que atrae a los riachuelos cantarines hacia su fondo y los hace silenciosos.
            Aún así trataré de llegar a algún puerto con mis palabras.

            Para ello nos ayudaremos de los pensamientos de algunos filósofos, que han pensado antes que nosotros este tema.

            Podemos continuar con la afirmación de que todos los seres humanos buscamos la felicidad. Nadie quiere el dolor o la infelicidad. Todos pretendemos se felices. Parece que existe una concordancia en este fin de los seres humanos. Las filosofías eudaimonistas, como la de Aristóteles, afirman que la felicidad es el  fin último y el supremo bien de los seres humanos. El fin último es el que se anhela por el mismo y no para conseguir otro, pues ya no puede existir otro superior.

            En lo que no va a existir común acuerdo es en qué consiste este fin último, y en cómo conseguir la felicidad pretendida. Cada persona o grupo de personas ha seguido caminos muy diferentes, algunos, tal vez, equivocados, para llegar a ella. Para unos está en el placer, para otros en el dinero, para otros en la razón; otros en el amor o en el sacrificio.

“Todos quieren vivir felices, pero andan ciegos al examinar aquello que hace la vida feliz”. Séneca

            Yo os pediría que os preguntarais ahora qué es para vosotros la felicidad, ¿qué es lo que os haría felices? Seguramente ya se os lo habéis preguntado en otras ocasiones. No sé si hoy continuareis pensando lo mismo.

" El alma descarga sus pasiones sobre objetos equivocados, cuando no encuentra los verdaderos ". M Montaigne

            Ya sabéis que no soy nada amigo de las definiciones, porque suelen ahogar aquello que queremos definir. Pero vamos a tratar  siquiera de hacer una aproximación. Podeés aportar las suyas propias.

            Alguien habla de la felicidad como un estado del ánimo de la persona. Un estado de satisfacción, de bienestar, de dicha, un encontrarse contento. Luego deberíamos definir en qué consiste ese estado de satisfacción. Un estado en el que coincide lo que deseo y lo que tengo, o lo que soy, o lo que estoy viviendo. Las circunstancias de mi vida caminan acordes a lo que me he propuesto. Claro que es extremadamente difícil que las circunstancias de mi vida coincidan siempre con mis deseos. Un estado de ánimo, se dice, en el que me complazco por la posesión de un bien. La felicidad unida al bien, o a aquello que la persona percibe como bueno.

            La ciencia afirma que la felicidad es una situación involuntaria en la que los factores internos y externos interactúan activando el sistema límbico, que estimulado adecuadamente, informará de este estado anímico.

            La personalidad es la región de nuestra mente que administra los recursos, marca prioridades y establece objetivos; pero no es capaz de imbuirnos estados anímicos, estos son el resultado de la suma de procesos neuroquímicos en los que nuestra persona poco o nada tiene que ver. Podremos favorecer o dificultar que sucedan, pero no impedirlos.

            Como podéis comprobar, la felicidad parece depender de algo que está fuera de nosotros, o de procesos neuroquímicos; pero no siempre podemos controlar lo que está más allá de nosotros.

            Dice el escritor J.M. Altamirano: “la felicidad consiste en este amor que siento por usted”.

            Habéis respondido ya a la pregunta ¿en qué consiste la felicidad para vosotros? Pensadlo. ¿Tener dinero, o poder,  fama? ¿Poder hacer lo que me dé la real gana? ¿No tener que ir a trabajar? ¿Viajar? ¿El amor, el sexo? ¿Tener salud?

             No sé qué opinión tenéis a este respecto. Podríamos continuar enumerando todo aquello que creemos que puede hacernos más felices en la vida. A vosotros ¿qué es lo que os hace más felices? Piénsalo durante un momento. ¿Lo tienes ya? ¿Quién crees que es la persona más feliz del mundo? ¿Qué es lo que le hace tan feliz?  ¿Querrías ponerte en su lugar? Piensa también en esto, ¿serás más feliz si solo te preocupas de tu felicidad? ¿Podrás ser feliz haciendo algo por los otros, o luchando contra las injusticias o por remediar el hambre? ¿O todo eso no da más que preocupaciones y dolores de cabeza?

            Cuenta el historiador griego Herodoto que el rey Creso se creía el ser más feliz de todo el mundo, el más afortunado, pues guardaba montañas de oro y plata. Estaba tan gozoso y satisfecho de su tesoro, que lo enseñaba con orgullo a todos los visitantes, y presumía de su estado de felicidad total. Sin embargo todos sabemos que la fortuna es muy voluble y caprichosa. No es necesario que os relate el fin de esta anécdota y lo que sufrió el rey Creso cuando alguien mató a su hijo más querido por error en una cacería, o el mismo pereció en una guerra contra los persas.

            Es ese famoso dilema entre “ser o tener”. ¿Estará, la felicidad, en tener, en poseer, o en ser? Cada persona valora más aquello de lo que carece y aquello que conoce. A los pobres les puede resultar difícil admitir que la felicidad no consista en poseer algunos bienes; y aquellas personas que poseen estos bienes piensan que la felicidad está en aquellos otros bienes de los que carecen. Por fin hay otros que piensan que la felicidad no es un objeto, algo a poseer, sino un modo de vida, un modo de ser cada día un poco más feliz, un reto a conquistar, el objetivo de una vida más plena.

            Tal vez hayamos ido dándonos cuenta de que la felicidad no puede consistir en una cosa externa, algo que puedes adquirir cuando la necesitas. No la venden en las tiendas, y tampoco la ciencia o la religión te la pueden garantizar. La felicidad es una construcción de cada uno, algo que tenemos que hacer cada día y que está dentro de nosotros.
 
           Habrás experimentado momentos de bienestar, de sentirte realmente feliz, satisfecho. Piensa cómo llegaste a conseguirlo. Comienza a conocerte a ti mismo para poder saber cómo vivir esta vida más plena, más humana, más feliz. Al ser tu felicidad una construcción propia, tendrás que construir un poquito de ella cada día, para encontrar nuevas fuentes de felicidad, que rompan la rutina, tanto dentro de ti como a tu alrededor.

            La rutina tampoco da felicidad.

            También habrás oído hablar de Pandora, la mujer que puso Zeus para seducir al hombre. La manzana de Eva, la Caja de Pandora, el ser humano esta creado para no resistir las tentaciones. Su tarea humana es enfrentarse a todos los problemas con los que nos tropezamos cada día y que sacó de esta Caja de Pandora, para hacer su vida y la de los demás. Este afrontar las dificultades es nuestro reto, nuestro vivir; no esperes una vida insulsa.

            En esto consiste nuestra vida, en disolver líos, embrollos, entuertos y en resolver “problemas”, en ser quijotes. Nuestro vivir nos está retando continuamente y no nos deja tiempo para la rutina y el aburrimiento. Esta es nuestra enorme, grandiosa y divina tarea; tenemos que hacernos y no podemos dejar de hacerlo. Alguien, quizá, está envidiando la vida ya hecha, sin problemas, sin líos, de los otros animales, y ustedes ¿qué opinan? ¿Prefieren ver molinos que no nos comprometen a nada, o gigantes contra los que luchar, obras gigantescas que tenemos que construir?

              El hombre entra en diálogo con su entorno creando nuevas formas que le hacen sentirse con más bienestar; eso a su vez ha cambiado y conformado su cerebro. (Bidireccionalidad)

            Luego la felicidad está en nosotros, depende únicamente de nosotros. Dice alguien que no nos afectan las cosas, sino lo que pensamos acerca de las cosas. Piensa en ello para ver si crees que tiene razón. No trates de modificar las cosas, sino los pensamientos que tienes acerca de ellas. Comienza a ser dueño de tu vida, de tus pensamientos de tus emociones.

            El ser humano no está diseñado para percibir un estado constante de placer, ni de felicidad.

            El conocimiento de nuestra realidad no es un mero conocimiento teórico, sino que se va construyendo con un tejido embebido ya de emoción, pasa por el tamiz de los sistemas de recompensa y placer del cerebro.

            En este conocimiento, en esta vivencia, irás encontrando el camino de la sabiduría de la que nos hablan los antiguos. Esta sabiduría no consiste más que en aprender a construir nuestra vida, nuestro camino, aprender a vivir bien, a ser más felices. Para conseguirlo tenemos la inteligencia, o mejor, las inteligencias.

            La felicidad es una parte muy importante de tu vida, y así como tienes que ir realizando el edificio de tu vida, de la misma manera debes aprender a fabricar felicidad, tu felicidad y la de los otros. Ambas caminan hermanadas casi siempre. Ya sabes otra cosa. No debes ser egoísta, pues tu felicidad depende de la felicidad de otros.

             Es importante pensar en los valores morales, para conseguir una vida buena. Pregúntate ¿cuáles son mis valores morales? ¿Actúo de acuerdo con ellos? ¿Actúo conmigo y con los demás como si la humanidad fuera siempre un fin y nunca un simple medio? ¿Cuál es mi idea de la felicidad humana? ¿Cuál es mi idea de los valores? ¿Quiero hacer el bien? ¿Cómo saber que estoy haciendo lo que debo hacer?  ¿Soy coherente y sincero conmigo mismo y con los otros? Responder a estas preguntas te lleva al desarrollo de la inteligencia moral.

              No quiero insistir en nuestro nacimiento menesteroso, aunque no podemos perderlo de vista, sino que te propongo centrar tu atención en las consecuencias de este nacimiento tan mísero del que provenimos, Nuestra penuria nos obliga a desarrollar nuestras capacidades humanas, y ellas son lo más maravilloso que poseemos, Nuestras inteligencias son la herencia que los dioses no han legado. Este don divino es la herramienta más maravillosa y eficaz para aprender a construir felicidad. Los seres que no poseen inteligencia no son capaces de felicidad.

             Ya sabes que todos tenemos que desarrollar nuestras capacidades, nuestras inteligencias. Muchas personas presumen hoy de imbecilidad. Parece que está de moda presumir de tontuna, tontez o tontería. ¡Yo como soy tonto! Parece que es el nuevo salvoconducto para andar por el mundo con poco peligro. Yo te propongo que no hagas el imbécil. Creo que así lo has decidido, al menos cuando has decidido estar aquí. La tarea que tenemos como personas es no caer en la imbecilidad.

            Te propongo que dediques un tiempo a aprender a desarrollar esta cualidad divina, vamos a aprender a pensar por nosotros mismos, a vivir en comunidad con las otras inteligencias y con todo el universo. Notarás dentro de ti que vas creciendo como persona, que te sientes cada vez más libre, con más fuerzas para conquistar el mundo, sobre todo, tu mundo, a ti mismo. Ve por la vida con los ojos más abiertos y estarás mejor preparado para cualquier sorpresa que te surja.

              Éste es otro punto importante. Desarrolla tus inteligencias y no hagas el imbécil.

No es necesario que te pases todo el día pensando, pero sí que pienses un poco cada día

             Otro punto en el que quiero que comiences a reflexionar ya, es que no existe un único camino; o mejor, que existe camino. La vida es multiplicidad y perspectiva. Tú vas a construir tu propio camino, tu propia perspectiva. No hay una sola verdad, sino pluralidad, verdades múltiples, que te van a ayudar a construir la verdad tuya propia.  No hay identidad, sino contradicción. Comienza a asumir que vas a aprender, sobre todo, de las diferencias y de los errores, de los propios y de los ajenos, pues el error es una parte de la verdad; la parte que mejor nos muestra la verdad.

“El camino a la felicidad no está en renunciar a tu personalidad, sino en su
desarrollo, y la superación de todo egoísmo”. H. Hesse.

            Puedes tener una gran personalidad. ¿Cómo te ven los otros? ¿No te importa? Lo social es fundamental. Nadie puede vivir solo, aislado. Una personalidad fuerte no cabe dentro de sí y transciende a los demás. El aislamiento de los demás es patológico. Tienes que abrirte a los otros y al mundo. Ser capaz de tener simpatía, empatía con los otros. Tienes que transmitir lo que llevas dentro. Nuestra vida consiste en dar a los otros y recibir de ellos. Dar, solo dando se crece. Es otro punto de inflexión para ser felices.

Entiendo que entre todos, el más noble oficio consiste en servir al prójimo y en lograr ser útil a muchos. Cicerón

Si das continuamente, tendrás siempre

             Todos los seres humanos tenemos una extraordinaria e implacable necesidad de dedicarnos a algún otro, a alguna otra cosa. No podemos tomarnos solo a nosotros mismos como objeto de amor, de interés y de preocupación. Aquello que hacemos solamente por nosotros, exclusivamente por nosotros, no tiene valor moral y nos deja íntimamente insatisfechos. Lo que hagamos sólo por nosotros no consigue alcanzar el estatuto de valor. Incluso las maldades debemos justificarlas en favor de algún otro.

Nadie tiene derecho a ser feliz solo

            Desbordamos felicidad porque hemos derramado la capacidad de ser dichosos, la felicidad que no habíamos recibido para que fuera solo nuestra, sino para derramarla, porque nos ahogaba como la tierra que no puede retener sus manantiales, los deja desbordar sobre las flores numerosas de las praderas o por las hendiduras de las rozas grises.

Conocerte un poco más, conocer las leyes de la Naturaleza, te ayudará a evitar mucho sufrimiento inútil, y a dar un sentido feliz a tu existencia”.

“El secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean lo más amplios posibles, y que tus reacciones hacia cosas y personas, sean amistosas en vez de hostiles”.  Bertrand Russell.

No quieras cambiar las cosas para que sean de tu agrado, sino que sean como sean, te vengan bien a ti. Lo de dentro de ti determina lo que te viene de fuera”. (Epicteto)

 “Ha de considerarse que de los deseos algunos son naturales y otros son vanos; y de los naturales, unos son además necesarios mientras otros son meramente naturales; y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo y otros, en fin, para la vida misma. Una consideración acertada de todo esto sabrá en todas las ocasiones elegir y rechazar con la mirada puesta en la salud del cuerpo y la serenidad el alma ya que en esto culmina el fin de una vida feliz”. Epicuro

“Lo que hace una vida feliz son “cosas de dos clases, a saber: las que dependen de nosotros, como la virtud y la sabiduría, y las que no dependen de nosotros como  los honores, las riquezas y la salud...lo mismo que un vaso pequeño puede estar tan lleno como uno grande, aunque contenga menos liquido, así si tomamos por contento de cada uno la plenitud y el cumplimiento de sus deseos regidos por la razón, no tengo ninguna duda de que los más pobres y olvidados por la fortuna o la naturaleza, pueden estar enteramente contentos y satisfechos, lo mismo que los otros, aunque no gocen de tantos bienes”. Descartes

No es más rico el que tiene más, sino el que menos necesita. No es más feliz el que más placeres consigue, sino quien es su dueño.