Kant: “Sapere aude”
Texto de la buena voluntad o de los imperativos. Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él, a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices. 1.- Identificar la o las propuestas filosóficas del texto y citar la frase o frases que las recogen, glosándolas brevemente. La propuesta más importante del texto, que pertenece al capítulo primero de la obra “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”, la encontramos en las primeras líneas del texto cuando afirma “”ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, (es decir, universalmente) es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad”. Propone, pues, Kant la buena voluntad como único criterio universal válido para considerar algo como bueno. Existen otros talentos, otras cualidades del espíritu, como pueden ser el entendimiento, el gracejo, el juicio, el valor, la decisión, etc. etc., que pueden ser buenas y deseables (líneas 3-5), pero también pueden ser dañinas, si la voluntad con la que utilizamos esos dones no es buena (líneas 5-7). Analiza después los dones de la fortuna: el dinero, el poder, la honra, incluso la salud y la felicidad, pueden dar arrogancia o no seguir un fin universal, si no se utilizan con buena voluntad. (Líneas 7-11). Todas estas virtudes no tienen valor absoluto, sino que dependen de la voluntad con la que se actúe. Si la voluntad es buena, ellas serán buenas. Termina poniendo el ejemplo de un espectador razonable e imparcial, que no puede quedar satisfecho, ni feliz, si los bienes de que disponemos no ostentan el rasgo de una voluntad pura y buena.(Líneas 12-15) Luego la buena voluntad es condición sine qua non, indispensable para ser dignos y felices. (final del texto). 2.- Relacionar el contenido del texto con el pensamiento del autor y exponer sistemáticamente las principales líneas de su pensamiento. Acabamos de ver en la pregunta anterior que el texto pertenece a la Metafísica de las Costumbres de Kant, y que trata de un problema importante para la ética kantiana, “la buena voluntad”. En esta obra sintetiza las ideas fundamentales de su filosofía moral que aparecerán más ampliamente expuestas en su obra Crítica de la razón Práctica. Kant parte de que en el hombre hay una conciencia moral, la ley moral, que le hace plantear cómo debe actuar, ¿ qué debo hacer? Es el plano de la razón práctica que se plantea no lo que las cosas son, que pertenece a la razón pura teórica, sino cómo deben ser. Ésta es la función práctica de la razón, preguntarse por los principios del obrar humano. Así como la razón pura formula juicios, como veremos, la razón práctica formula imperativos, mandamientos que deben ser universales, necesarios, sintéticos a priori. Estos son los imperativos categóricos. Este imperativo es además formal y autónomo, con lo que ya tenemos las características de la ética kantiana. Kant propone una ética válida para todas las personas y para todos los tiempos, es decir una ética universal. Esta ética tiene que ser formal, no material, como han sido las anteriores. No contiene ningún contenido material, ni la felicidad, ni el placer como metas; no nos dice lo que tenemos que hacer, sino cómo debemos que obrar. Es autónoma, nadie fuera de nosotros puede decirnos cómo debemos comportarnos; en ese caso sería heterónoma, y es categórica, no parte de ninguna hipótesis: si quieres conseguir esto, tienes que hacer aquello, porque no sería universal, sino válida solo para los que quisieran conseguir ese objetivo. Lo que determina que una acción sea buena es el sometimiento de la voluntad a la razón (buena voluntad). La forma de obrar éticamente es obrar por deber. El deber es el criterio de bondad o maldad de nuestras acciones. Kant distingue tres formas de obrar: Se puede obrar en contra del deber. Por ejemplo, un comerciante puede cobrar precios abusivos a los clientes. Esta acción sería contraria al deber. También podemos obrar conforme al deber. Por ejemplo ese mismo comerciante decide no cobrar precios abusivos para no perder la clientela. Una tercera forma de actuar es por deber. El comerciante no cobra precios abusivos porque es su deber. Esta forma de comportamiento es la única con valor ético, pues no se hace por motivos egoístas, sino por obedecer al deber. Cada persona tiene escrito dentro de sí, de su conciencia, cual es su deber. Kant nos da algunas formulaciones de su imperativo categórico: “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”. “ Obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona, como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”. La experiencia moral de obrar por respeto al deber supone la libertad, como uno de los postulados de la ética. Si no fuéramos libres no habría conducta moral. El mundo y Dios son los otros dos postulados de razón práctica, como demostró en su teoría del conocimiento. El ser humano quiere, necesita saber. Kant se hace tres preguntas fundamentales: ¿Qué puedo conocer? A la que intenta responder en su obra “Crítica de la Razón Pura”, ¿Cómo debo obrar”, a la dará respuesta en la “Crítica de la Razón Práctica”, ¿qué puedo esperar”, en la “Crítica del Juicio”. Las tres se pueden reducir a una sola ¿qué es el hombre? Si la Razón Práctica muestra el fundamento de toda moralidad, la Razón Pura es el fundamento de los conocimientos científicos, La filosofía moderna (Racionalismo y Empirismo) se habían planteado el problema del conocimiento humano y habían ofrecido controvertidos puntos de vista. El Racionalismo había defendido que el único conocimiento válido, científico, es el que nos proporciona la razón. La razón como origen, valor y límite de todo conocimiento, negando fiabilidad a los sentidos, mientras que el Empirismo aseguraba que es la experiencia, lo que percibimos por los sentidos, el único conocimiento verdadero, el valor, el origen y el limite del mismo. Kant trata de resolver el problema planteado por ambas corrientes filosóficas y dice que todo conocimiento tiene que provenir de la experiencia, de lo que percibimos por los sentidos, pero que no todo conocimiento se puede reducir a experiencia. No habría posibilidad de ciencia. El punto de partida es la validez de la ciencia, cuyo modelo es la física de Newton que se basaba en la experiencia (contingente y particular), y formula leyes con valor universal y necesario. Se pregunta por las condiciones que hacen posible la ciencia y comprueba que las leyes científicas son posibles cuando la razón y la experiencia funcionan conjuntamente. La “Crítica de la Razón Pura” tiene tres partes: La Estética Transcendental”, que trata de los Juicios sintéticos a priori en las matemáticas. El espacio y el tiempo son las condiciones a priori de nuestra sensibilidad que hacen posible las matemáticas como ciencia. La Analítica transcendental los juicios a priori en la física, y las categorías. El conocimiento está formado por lo que recibimos de la experiencia, por nuestros sentidos, y por lo que aporta nuestra razón. La razón no es algo pasivo en el conocer, sino que tiene una tarea activa. El conocimiento basado en la experiencia es de cosas particulares: veo esta silla o este árbol, por lo que no se pueden obtener principios universales necesarios para la ciencia. La física de Galileo o de Newton parte de la experiencia, de la observación de casos particulares, múltiples, variables (Heráclito), pero las leyes universales necesitan algo más, el concepto, que es universal (Parménides) y no procede de la experiencia. Estos conceptos puros o categorías son doce. Además de la experiencia, como fuente de conocimiento, tenemos también el entendimiento, cuya función es producir espontáneamente los conceptos puros o categorías, que sirven para unificar las impresiones que recibimos de la experiencia y producir las leyes universales. Son doce. El concepto de naranja unifica las impresiones que recibimos cuando vemos una naranja: color, tamaño, forma, sabor, etc. El conocimiento es producido por el entendimiento que es activo. Las ciencias constan de juicios, que son sintéticos a priori. Los juicios sintéticos son aquellos cuyo predicado no está incluido en el sujeto y enseñan algo nuevo, al contrario de los juicios analíticos, en los que el predicado sí está incluido en el sujeto. Ejemplo: Un cuadrado tiene cuatro lados. El predicado cuatro lados ya está incluido en el sujeto cuadrado, puesto que cuadrado significa tener cuatro lados. “Los jóvenes de mi pueblo beben cerveza”. Beber cerveza no se encuentra incluido en jóvenes de mi pueblo, por lo que nos enseñan algo nuevo. Los juicios a priori son los que no proceden de la experiencia, sino que la preceden y la hacen posible. El ejemplo de cuadrado es a priori; no es necesario recurrir a la experiencia, a comprobar caso por caso, para saber que es verdadero. Juicio a posteriori es el que procede de los datos de la experiencia y es particular. El ejemplo de los jóvenes de mi pueblo solo podemos saber si es verdadero si vamos a comprobarlo. Luego los juicios necesario y válidos para las ciencias son sintéticos, que enseñen algo nuevo, y a priori, que sean universales, necesarios y no dependan de la experiencia. Por ejemplo: “Todo lo que comienza a existir tiene una causa”, propio de la física. Es sintético, el predicado no está incluido en el sujeto y enseña algo nuevo; y es a priori, no tenemos necesidad de ir comprobando caso por caso en la experiencia. Lo que percibimos por la experiencia es el fenómeno, y lo que está más allá de la experiencia es el noúmeno. Solo podemos conocer los fenómenos, lo que proviene de la experiencia. Toda experiencia se nos da en un espacio y en un tiempo, que son algo vacío donde colocar lo percibido por los sentidos, son formas a priori, intuiciones puras, de la sensibilidad. El noúmeno es desconocido. Todo lo percibimos en algún lugar y algún momento. La tercera parte la “Dialéctica Transcendetal”, trata de demostrar los juicios sintéticos a priori en la metafísica, y si la metafísica, como consecuencia, es ciencia, es objeto de conocimiento científico. Por definición la metafísica no consta de juicios sintéticos a priori, trata del noúmeno, de lo que está más allá de la experiencia, más allá del espacio y el tiempo, que son las condiciones para que se pueda dar conocimiento. Trata de lo incondicionado, por lo que la metafísica es imposible como ciencia. El objeto de la metafísica son las tres substancias de los racionalistas: Yo, mundo, Dios. Estas tres substancias son reales, pero no son objeto de conocimiento, porque no proceden de la experiencia; nadie percibe el yo, el mundo o a Dios, sino cosas particulares. Estas tres substancias son pensables, pero no cognoscibles. Son ideales de Razón que es la tercera fuente de conocimiento, y postulados de .la Razón Práctica como vimos al principio. 3.- Relacionar el pensamiento del autor con el marco histórico, socio-cultural y filosófico de su época. Kant es un pensador del siglo XVIII, El Siglo de las Luces, de La Ilustración. Nace en 1724 y muere en 1804. La Ilustración es un movimiento cultural, filosófico, político, religioso, y es el marco en el que va a desarrollarse el pensamiento kantiano. Este movimiento representa el esfuerzo de la humanidad por salir de la minoría de edad en la que ha vivido desde siempre. (Sapere aude, atrévete a pensar por ti mismo). Este movimiento se caracteriza por una fe en la razón autónoma que esclarezca todos los oscurantismos pasados. Un ideal de progreso sobre todo científico. Tiene como paradigma la física de Newton. Este progreso científico acabará de una vez con las miserias humanas tanto materiales como morales. La secularización del pensamiento, liberado ya de la sujeción a los dogmas religiosos, de manera que los principios religiosos queden “dentro de los límites de la razón”, de lo razonable. Lucha por la dignidad del ser humano, fin en sí mismo. La ilustración se desarrolla de diferente manera en cada país de Europa. En Las Islas Británicas, sigue los pasos del liberalismo de Locke. En Francia es el siglo de Voltaire, Rousseau, el Despotismo ilustrado, el enciclopedimso y la Revolución francesa. En Alemania, los emperadores Federido Guillermo I, Federico II el Grande y Federico Guillermo II. En España, Carlos III. Con el auge de la burguesía en detrimento de las clases del antiguo régimen: aristocracia, clero, artesanos y campesinos, se inicia el liberalismo capitalista. Continúan las teorías contractualistas de Hobbes, Locke y Rousseau. En el marco filosófico, Kant representa la superación de los dos sistema filosófico precedentes: Racionalismo, desarrollado sobre todo en el continente europeo, cuyo fundador fue Descartes, padre de la filosofía moderna en Francia y que continúa en Alemania con Leibniz uy Wolf, y el Empirismo de las islas británicas con Berkeley y Hume además de Hobbes y Locke. 4.- Razonar las principales influencias y la repercusión posterior o vigencia actual del pensamiento de Kant. El pensamiento de Kant es la culminación del pensamiento moderno, ya que realiza la superación de las principales corrientes filosóficas de la época: racionalismo y empirismo. En su juventud recibe las influencias de Wolf y Leibniz. Se forma dentro del racionalismo, del que recibe la razón como fuente más importante del conocimiento, no todo conocimiento comienza con la experiencia, el conocimiento a priori, la intuición, las Ideas Puras: Dios, alma, Mundo, la matemática y sus métodos como ciencia modelo, el valor universal y necesario de las leyes científicas. Posteriormente, entra en contacto con el empirismo, y tras la lectura de Hume “despertó del sueño dogmático” en el que le había sumido el racionalismo. La experiencia como única fuente de conocimiento. La mente es como un papel en blanco, método de las ciencias experimentales, la física, la química, la medicina. Kant supera ambas filosofías con su idealismo transcendental. Por lo tanto la primera gran influencia viene del Racionalismo y del Empirismo. En segundo lugar, la física de Newton y los pensadores ilustrados, especialmente Rousseau. Pero el pensamiento kantiano está formado en toda la tradición filosófica occidental desde los griegos; tradición que quiere superar. El mundo platónico se ve en su ética, en los postulados, y en la formación de los conceptos como modelos. De Aristóteles la validez del conocimiento sensible. Frente a las éticas anteriores (materiales) opone una ética formal, sin contenido, universal, válida para todo tipo de personas. En cuanto a la repercusión posterior, ha influido considerablemente en todos los aspectos de la vida cultural, filosófica o científica de los siglos posteriores a él. En primer lugar en el idealismo alemán de Fichte, Schelling y Hegel, en el que el sujeto se apodera del objeto. En las filosofías del siglo XIX, como reacción a los idealismos: positivismo, marxismo, vitalismo, existencialismo. En las escuelas de Marburgo y de Frankfurt, y en la ética dialógica de Habermas. Otros textos comentados: 1.- “Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma, de una voluntad buena sin ningún propósito ulterior, tal como ya se encuentra en el sano entendimiento natural, sin que necesite ser enseñado, sino, más bien explicado, para desenvolver ese concepto que se halla siempre en la cúspide de toda la estimación que hacemos de nuestras acciones y que es la condición de todo lo demás, vamos a considerar el concepto del deber, que contiene el de una voluntad buena, si bien bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos, los cuales, sin embargo, lejos de ocultarlo y hacerlo incognoscible, más bien por contraste lo hacen resaltar y aparecer con mayor claridad”. La propuesta más importante de este texto es que “el concepto del deber contiene el de una buena voluntad”(línea 6). Es decir que la voluntad buena obra por deber y no por otro fin. Una segunda propuesta es que la buena voluntad es estimada por sí misma sin ningún propósito ulterior (Líneas 1-2). Este concepto de buena voluntad no necesita ser enseñado, sino que lo tenemos en nuestro entendimiento de forma natural, solo explicado (líneas 3-4), por lo que es universal. Termina restringiendo las condiciones de la buena voluntad, restricciones que,6 lejos de ocultar esta verdad natural, la hacen resaltar. (líneas 7-9) 2.- “Prescindo aquí de todas aquellas acciones conocidas ya como contrarias al deber, aunque en este o aquel sentido puedan ser útiles; en efecto, en ellas ni siquiera se plantea la cuestión de si pueden suceder por deber, puesto que ocurren en contra de éste. También dejaré a un lado las acciones que, siendo realmente conformes al deber, no son de aquellas hacia las cuales el hombre siente inclinación inmediatamente; pero, sin embargo, las lleva a cabo porque otra inclinación le empuja a ello. En efecto; en estos casos puede distinguirse muy fácilmente si la acción conforme al deber ha sucedido por deber o por una intención egoísta. Mucho más difícil de notar es esa diferencia cuando la acción es conforme al deber y el sujeto, además, tiene una inclinación inmediata hacia ella. Por ejemplo: es, desde luego, conforme al deber que el mercader no cobre más caro a un comprador inexperto; y en los sitios donde hay mucho comercio, el comerciante avisado y prudente no lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio fijo para todos en general, de suerte que un niño puede comprar en su casa tan bien como otro cualquiera. Así, pues, uno es servido honradamente. Mas esto no es ni mucho menos suficiente para creer que el mercader haya obrado así por deber, por principios de honradez: su provecho lo exigía; mas no es posible admitir además que el comerciante tenga una inclinación inmediata hacia los compradores, de suerte que por amor a ellos, por decirlo así, no haga diferencias a ninguno en el precio. Así, pues, la acción no ha sucedido ni por deber ni por inclinación inmediata, sino simplemente con una intención egoísta”. Kant afirma que las acciones humanas pueden ser de tres clases: contrarias al deber, conformes al deber, y por deber. Comienza el texto analizando las acciones contrarias al deber. Ante este tipo de acciones ni se plantea que puedan ser éticas, por deber, puesto que vemos que son contrarias al mismo. (Líneas 1-3). Pasa después a analizar las acciones conformes al deber, que el hombre realiza no por una inclinación inmediata, natural, sino por otro fin distinto. (Líneas 3-7. Algunas acciones conformes al deber las realiza el hombre por una inclinación inmediata y en este caso es más difícil de saber si es ética o no. (líneas 8-10). Para explicarlo pone el ejemplo del mercader que no cobra precios abusivos al comprador, sino que mantiene el precio fijo, por lo que actúa honradamente. (líneas10-14). Pero no sabemos si este modo de obrar es ético, por deber,, por amor a los compradores o porque su provecho así lo exigía.. (líneas 15-18) Termina afirmando que el obrar conforme al deber esta intención egoísta hace que la acción no sea por deber, por lo que no es buena. 3.- “Pues bien, todos los imperativos mandan, ya hipotética, ya categóricamente. Aquellos representan la necesidad práctica de una acción posible, como medio de conseguir otra cosa que se quiere (o que es posible que se quiera). El imperativo categórico sería el que representase una acción por sí misma, sin referencia a ningún otro fin, como objetivamente necesaria. Toda ley práctica representa una acción posible como buena y, por tanto, como necesaria para un sujeto capaz de determinarse prácticamente por la razón. Resulta, pues, que todos los imperativos son fórmulas de la determinación de la acción, que es necesaria según el principio de una voluntad buena en algún modo. Ahora bien, si la acción es buena sólo como medio para alguna otra cosa, entonces es el imperativo hipotético; pero si la acción es representada como buena en sí, esto es, como necesaria en una voluntad conforme en sí con la razón, como un principio de tal voluntad, entonces es el imperativo categórico”. Así como la Razón Pura tiene juicios, la Razón Práctica emite imperativos, mandatos. Estos imperativos pueden mandar de forma hipotética y categóricamente. Es decir los imperativos pueden ser hipotéticos o categóricos. Los imperativos hipotéticos obligan a obrar “como medio para conseguir otra cosa que se quiere”. El imperativo categórico manda hacer una acción por ella misma, “sin referencia a ningún otro fin”. (Líneas 1-5). En las líneas seis y siete dice que un ser capaz, racional, percibe la necesidad y la bondad de lo que la ley práctica le ordena. Lo que ordena la ley, los imperativos, son “fórmulas de la determinación de la acción”. Es decir que estamos obligados a cumplir. Si la acción es buena “para alguna otra cosa”, el imperativo es hipotético, pero si la acción es buena en sí misma, conforme a la razón, como un principio de la buena voluntad, entonces el imperativo es categórico. (Líneas 10-14). 4.- “Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos los objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor condicionado, pues si no hubiera inclinaciones y necesidades fundadas sobre las inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el librarse enteramente de ellas. Así, pues, el valor de todos los objetos que podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto del respeto)”. Comienza afirmando la tesis del texto: “el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo”, y no solo como medio. (Líneas 1-2). Continúa después explicando que en todas las acciones, en todas, “debe ser considerado siempre como fin” (Línea 3). Pasa después a examinar las inclinaciones humanas, las cuales no tienen un valor absoluto. Los objetos que podemos obtener es siempre condicionado también Las cosas son seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, por lo que tienen un valor condicional, relativo. Solo las personas, los seres racionales, distinguen por ser fin en sí mismos, y nunca puede ser usado como medio para obtener otra cosa. (Líneas 5-14). |