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         Resumen de la charla coloquio tenida con jóvenes budistas de España en diciembre de 2001, sobre educación para la paz.


 

           Hola amigos. Pienso que, en primer lugar, tengo que presentarme ante vosotros si pretendo mantener un diálogo. Cuando hablamos de diálogo parece que debe haber algo en común entre los dialogantes.

           Quiero dar las gracias a quienes me han invitado a compartir con vosotros parte de esta tarde del sábado. Podría llegar a sentirme un tanto raro ante vosotros, jóvenes de diversos lugares, yo, que ya no soy tan joven. Me alivia el que podamos acercarnos en eso que llaman juventud de espíritu.  Desde esta perspectiva he aceptado estar aquí hoy delante de vosotros. Además, dialogar, diálogo y con jóvenes, ¿cómo podría yo rechazar una oferta de esta naturaleza? Dialogar acerca de estos temas es algo que me apasiona. Educación y paz, ¿pueden existir sin diálogo?

            Mi nombre es José María, me dedico a lo que todo el mundo llama educación, aunque no sé si sabemos en qué consiste. Estoy en un grupo llamado “Filosofía para niños” o “Aprender a pensar por sí mismo”. ¿ Consistirá en eso la educación, en que aprendamos a pensar por nosotros mismos?

            Voy a pensar que pueda ser así.  Nosotros proponemos que se respete este derecho a pensar por uno mismo, lo que nos llevaría a no desear adoctrinar a nadie, ni manipularlo para que haga lo que yo quiero y me parece que es lo bueno, ni tampoco consistirá la educación en amaestrar a alguien como pudiéramos hacer con un perrito de compañía.

            Queremos que las personas, en este caso los niños y los jóvenes, no sigan siendo seres pasivos, meros receptores de lo que los adultos, casi siempre masculinos queramos imponerles. Que sean capaces de... Que comiencen a ser responsables, a responder de sus actos porque son suyos y no impuestos por otros.

            ¿No sentís cierta pena al observar el papel y la actitud de los niños y de los jóvenes, aunque sean universitarios, ante la educación? Y vosotros mismos, ¿qué papel habéis jugado en la sociedad hasta ahora, y cuál estáis jugando?

            Proponemos superar el papel decorativo que durante siglos han desempeñado los niños y los jóvenes. Se habla de los valores de los jóvenes, ¡ cómo decoran frases como éstas! ¡qué bien se queda! ¿os habéis preguntado alguna vez cuáles son estos valores?

            Diálogo entre todos, ¿podrá haber diálogo entre los pequeños y los mayores, entre los jóvenes y los adultos? El diálogo no es imposición, y menos aún utilizar la fuerza o la violencia, ya sea física o psíquica.

            ¿Qué clase de niños y de jóvenes tenemos, y cómo queremos que sean? ¿Sumisos, dóciles, consumidores de lo que les echemos, o personas capaces, responsables y libres? 

            Decía nuestro gran filósofo Don José Ortega y Gasset que “esta vida que nos ha sido dada, no nos ha sido dada ya hecha, sino que tenemos que hacerla, cada cual la suya”.

            En este sentido, no solemos hablar de enseñar, sino de aprender y concebimos el aprender como explorar. Profesores y alumnos exploran juntos, comparten experiencias, conocimientos, métodos de investigación, etc. En una palabra, dialogan.

            “El conocimiento es algo que cuanto más se comparte más se tiene”.

            También el filósofo Sócrates solía decir: “Sólo sé que no sé nada”. Él, que era considerado uno de los siete sabios de Grecia, sólo sabía que no sabía nada. Hay quien ni siquiera se ha dado cuenta de que no sabe nada y va por el mundo creyéndose un sabio y enseñando a todos.

            Si nos paramos a pensar, lo único que enseña es su ignorancia. Como dicen muchos estudiosos del tema: “Nadie enseña lo que sabe, sino lo que es”.

            Nosotros, yo al menos, no somos expertos en nada. No tenemos la respuesta y menos aún la solución de nada. Por eso todo lo hacemos en diálogo con los otros.

            El aula de clase , que no es del profesor; es el aula de primero, o de segundo o de cualquier otro curso. Es el aula de los alumnos, y el profesor debe ganarse el puesto ante ellos, ser aceptado como un miembro más del grupo.

            El aula como comunidad de dialogantes que investigan juntos, que buscan, que construyen la verdad entre todos. El aula como lugar donde ocurren cosas: la vida, el diálogo, el aprendizaje, etc.

            El diálogo investigador como fuente de pensamiento y de conocimiento. Todo se realiza en común.

            Otro punto importante es que partimos de una necesidad. Si el ser humano piensa es porque necesita pensar para resolver algo, para actuar. Si no siente esa necesidad ocurre que “Podemos llevar un caballo hasta el río, pero si no tiene sed, no beberá por más palos que le demos”.

            Seguramente ya me he pasado del tiempo. Pienso que ya tenemos unas cuantas ideas para que pueda haber debate. Mi intención ha sido proponer unos pretextos provocativos de diálogo. Espero haberlo conseguido. Pido disculpas si me he alargado demasiado y termino con alguna reflexión para vosotros, para todos nosotros. Os invito a elevar, a que elevemos el vuelo, a superar la rutina, la mediocridad, el cumplimiento (cumplo y miento), la hipocresía, que os elevéis para poder decir con el filósofo Nietzsche “cuanto más alto volamos, más pequeños parecemos a los que no saben volar”.

                        Gracias por vuestra paciencia y estoy a vuestra disposición para cualquier tipo de diálogo.