Pedagogía de la ilusión

                                   Sin emoción no hay decisión

            En este nuevo y apasionante comienzo de un nuevo curso en colegios, institutos,  universidades, y continuando la invitación de “manos a la obra” ante esta fascinante tarea, quiero mostrar de nuevo mi apoyo a quienes son el alma de esta tarea: a los maestros y profesores.

            Hemos recuperado fuerzas y nuevas ilusiones durante las vacaciones. No miremos ya atrás. Comienza un nuevo día, un nuevo reto, un nuevo proyecto para nuestras vidas.

            Pensemos que nuestra tarea es la más importante dentro de la sociedad, por lo que estamos orgullosos de desempeñarla y lo hacemos con toda nuestra ilusión. No importan las dificultades que podamos encontrar en nuestro caminar; son nuevos acicates para esforzarnos siempre y mejorar. No importa que los “valores” de la sociedad sean diferentes y tengamos que nadar siempre “contra corriente”; es nuestro sino y lo asumimos con alegría.

            Lo otro, lo contrario, sería una tarea demasiado fácil. Dejarse llevar por la corriente no necesita esfuerzo y menos ilusión; casi ni te das cuenta de adonde vas.

           Si nuestros alumnos vinieran a clase motivados y entusiasmados para aprender, para trabajar; si escucharan cada día en casa a sus padres que el trabajo merece la pena y no es el mayor castigo que tienen en esta vida; si ocurriera todo esto en la sociedad, en la calle, en la televisión, y no ofrecieran como objetivo último en la vida ganar dinero de forma fácil; si los alumnos respetaran, al igual que sus padres y la sociedad a sus profesores; si ocurriera todo esto, nuestra tarea será demasiado fácil, y por lo tanto, monótona y aburrida.

           Pero no, nosotros tenemos en nuestras manos las vidas de los niños y de los jóvenes; y el desarrollo de estas vidas nunca es monotonía ni aburrimiento.

           Quiero animaros, compañeros, a practicar la pedagogía de la ilusión. Esta pedagogía que ya han practicado y enseñado grandes maestros y profesores, entre ellos Ortega y Gasset; es el antídoto, la vacuna maravillosa contra las depresiones y otros enemigos que encontramos tan a menudo en nuestra profesión.

                  “Yo me he creído pocas veces en deberes durante toda mi vida. La he vivido y la vivo casi entera empujado  por  ilusiones, no por deberes”. Ortega

           Solamente cuando no hacemos las cosas por ilusión tendremos que hacerlas por deber. La ilusión como motor de la vida, de la nuestra y de la nuestros jóvenes alumnos.

            Nuestro lugar de trabajo es el más importante de la ciudad. Yo lo llamo el lugar de las maravillas, recordando a Alicia en su “País de las Maravillas”. ¿Podéis imaginar otro lugar en el que sucedan cosas tan maravillosas como las que tienen lugar cada día en los colegios e institutos? Que nunca más tengamos que escuchar a ningún alumno que las clases son aburridas, que en el colegio pierde el tiempo, que lo mejor del colegio son las vacaciones y los fines de semana. De todos depende el que sea de otra manera, de la manera que estoy proponiéndoos.

            Invitamos a todos, a los padres, a las autoridades, a la sociedad, a que se impliquen de una vez, seriamente en colaborar en apoyar esta tarea tan fundamental para todos; merece la pena, puede dar sentido a nuestras vidas, y ahuyentar los fantasmas de la desilusión y de las depresiones. A los profesores a que revisen sus programas, sus tareas, y si ven que no les lleva a ninguna parte, que cambien, que busquen juntamente con sus alumnos nuevos caminos. Tal vez esta emocionante tarea tenga que hacerse de manera diferente a la que siempre hemos hecho,

           A conseguir estos objetivos, a dar sentido a mi vida de profesor y a la de mis alumnos, he dedicado mi vida, y he recibido grandes recompensas; a ello quiero contribuir con esta carta, al igual que he hecho en otros escritos, sobre todo, en mi último libro “Filosofar en la escuela” de ediciones Paidós.

           Ánimo y hasta siempre.

           José María Calvo

Zamora a 1 de octubre de 2006
Volver